El viernes fui a comer con dos amigas (Amaya y Laura) para celebrar que dos de nosotras habíamos conseguido nuestro carnet de conducir.
Les fuí a recoger a la puerta principal de la Facultad de Letras de Vitoria como habíamos quedado, pero me confundí y acabé en la puerta trasera. Me llamaron para ver dónde me había metido y tras describirles el lugar en el que estaba me vinieron a recoger.

Después de comer, yo que nunca había estado en el Krunch me levanté para tirar la basura y mis amigas para no dejarme ne ridículo me siguieron. Tiré todo lo que tenía en mi bandeja y Laura también.
A Amaya, le sujeté la tapa de la papelera para que tirara las cosas cuando me dí cuenta de que iba a tirar un tenedor. Se lo dije y lo retiró y de camino quitó el plato, que no era de usar y tirar precisamente. Se empezó a reír y yo con ella y nuestra otra amiga (Laura) al igual que el resto del restaurante nos miró con cara de estar diciendo: ¿qué están haciendo estas locas?
Yo no podía para de reír y lo peor fue cuando me vino a la cabeza que mi plato, mi precioso plato y el de Laura se habían ido a la basura. Entre risas se lo dije a la salvadora de tenedores y se empezó a reír de mi, junto con Laura, que yo creo que no sabía muy bien de que se reía a juzgar por lo que pasó después: cogió sus cosas y se puso el abrigo y derepente nos miró y dijo: ups, creo que yo he tirado mi plato.
Amaya y yo nos empezamos a reír de y con ella y aún más cuando el camarero nos agradeció que hubiesemos tirado la basura.
Pero bueno, ¡PODRÍA SER PEOR! podíamos haber tirado la bandeja, o haber tirado todo por el suelo o haberle estallado un vaso casi en la cara al camarero como hizo Laura en otra ocasión en la bolera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario